martes, septiembre 26, 2006

Y Eso !.


Oye, pero Pabla!... esto fue lo que pasó...
Tu mamá se estacionó frente a la casa de la Chío. Miraste la hora. Eran las 10:18 pm. Un “llámame por cualquier cosa” y chao, chao!.
Te recibió la Rocío, con su pelo más largo de lo que acostumbraba en el colegio. En ese momento sólo estaba la Camila, la Feña, el Arak y, por supuesto, la Rocío. Estábamos todos en la terraza cuando llegó el Pablo, el cumpleañero, “feliz cumple”. Un abrazo. Te ofrecieron pisco sour; pero tú sólo tomaste un poco (sabia elección!, todos sabemos que tu alter ego se sale más fácil con pisco sour que con cualquier otro trago). La típica conversación·necesaria de la gente que no se ha visto desde hace un tiempo. Llegó la Dania, Valeria, Javiera y Diego, que se iban a juntar en Plaza Ñuñoa con el Pablo. El Pablo nunca llegó. Y la verdad es que no entendiste muy bien cuál fue el verdadero enredo. Se fueron todos al patio de atrás, se apagó la luz, harto rato. No supiste que pasó tampoco. Estabas entera cómoda en ese asiento de mimbre y le regalaste tu pisco sour a la Camila. Al rato alguien (no sabes quien) te ofrece ron. Aceptas. Llega más gente... y después más gente. Sales a comprar, se te había olvidado llevar cigarros. Tonta que eres!. Segundo ron de la noche, estaba rico y aunque no querías tomar esa noche la Feña te insistió, te convence y vas por el segundo. Llega la Carola y el Walter, pensaste que no irían. Salud. Salud. Salud. Te acordai que casi rompiste la cortina del baño de la Feña el año pasado?. No, parece que no. Y de cuando le hablabai a la mamá de la Caro de los años treinta después de tu cumpleaños en sociedad en el parque Intercomunal?. Sí, de eso si. Bla bla bla. Jajaja! Ron, ron. Pasó harto rato, claro, no se sabe cuánto. Miranda. Unos pasos locos y nostálgicos con la Camila y el Diego te lleva a la cocina a buscar cerveza. Para ese entonces alguien te había dicho que tenías las mejillas rosadas, como de ebria; pero no era así, estabas más sana que una lechuga, lo que pasaba es que escuchaste que alguien hablaba de tu “look”, tu pelo, algo así y te avergonzaste. La Camila se había adelantado, le soltaste la mano al Diego en el pasillo porque el Gustavo te paró. Me dijeron que te gusta el cine. Sí. Cinéfila?. No lo creo. Kusturica. Jajá, sí, malditos intelectualoides que hacen que las películas se chacreen. Jajaja. Pabla!, ya po!. Sí, ya voy!!. Y tú eres cinéfilo?. No creo. Pablaaaa!!. Una mano te llevó a la cocina. En tu otra mano un vaso con cerveza. En el suelo el Jote, y la Caro conversando con él. El Walter, Camila, el Leo, el Arak, el Diego y creo que entró el David, pero se fue. La cocina llena. La Feña también, el Arak aparece detrás de ti. Pabla, tenis papelillo?. Sí, espérame un poco. Te llevaste el vaso con cerveza hasta la pieza de la Chío y vuelves a quedar encantada con esa gran lámpara de papel, el pañuelo hindú, amarillo, en el techo y dos manzanas. Vuelves a la cocina. Ya, vamos?. Vamos. Plaza Clorinda Henriquez, en realidad estaban al frente de la plaza. Uno que otro tiritón. El Arak no tiene ojos. Te ríes. El Diego habla, habla, no te acuerdas de que. Te vuelves a reír. Querías ir al baño, no te aguantarías mucho más. Ya no estabas, ninguno estaba, andaban los tres en algún lugar bonito, como el Cajón del Maipo. Hablan hasta del futuro. No, no estaban. Llegas directo al baño. Te miraste al espejo. Fue inevitable la risa tonta. La Camila, el Walter y alguien más te miraron y se rieron. Abrazos. La gente está loca. De repente estás en un círculo con el Leo, notas que está muy volado también. Te ríes, el no cacha nada, seguro tú tampoco. También está la Feña, el Walter y alguien más. Quizás el Jote, quizás el Arak. Poco a poco estás dentro de un cuadro. Otra vez. Pero hoy alguien ha tirado un vaso con agua o quizás vodka sobre la tela y ves como el óleo se escurre. Todos se escurren, incluso tú, puedes verlo todo muy claro, el cuadro se deshace, la gente se diluye. Te espantas, no querías derretirte y dices: “hueón, ayúdame!!”. Explicaste algo de la otra dimensión y nadie te entendió. Te vas. Llegas al baño. Mucha gente afuera del baño riéndose. Una cerveza?. Claro!. Y vuelves a quemar, quemas, quemas, quemas. Risa. Abrazos y logras entender que la Chío está mal, está adentro del baño. Ya la habías visto tirada en el suelo de su pieza con la luz apagada. Pero te sorprendes cuando la puerta del baño de abre y ves al Gustavo vomitando, el si que estaba mal. La Chío estaba en el lavamanos, el Gustavo en el WC. Se lo llevan a la casa, el Chambel, creo, pero se lo llevan borrachísimo. Piensas en voz alta. Loco!, están todos ebrios!!. El Pablo te contesta riéndose: “síííí” y se pone a bailar. Entraste a una pieza. Prendiste la luz y staba la Feña acostada, pretendiendo dormir. Estoy ebria, Pablaaa. Jajá, vamos, Feña, levántate, te invito un joint. No puedo más. Si puedes!. No veis que no?. La miras, esta anclada con un pié en el suelo. Sales de la pieza. Estás muerta de sed. Fuiste a la cocina y llenaste un vaso con agua. La Caro está borracha y te abraza. La extrañabas. Te extrañaba. Se lo dicen. Se abrazaron. A punto de lágrimas. Alguien te llamó. Vas a molestar de nuevo a la Feña. Le enciendes la luz. Ella sigue anclada. Saliste. El Pablo pega un salto y dice: “ya, Diego, vámonos”. Una pieza. Se enciende la luz (no la encendiste tú). Tus pupilas se vuelven pequeñas. Tu cara debe ser la peor. Necesitamos.. Pones cara de pregunta. Lo necesitamos. Vivirlo?. Sí, necesitamos vivirlo. No reaccionas. Saliste. Se fue el Pablo, el Diego y el Leo, creo. No recordaras nada al otro día. Miraste hacia el sillón. La Caro no para de hablar con el Jote, en la volá amistosa, nostálgica. Al lado está el Arak. Posición fetal. Raja. Poco a poco se cae al suelo. Invitaste al Jote el último porro de la noche. La plaza. Pelando. Americana. jajá!. Paranoia. Jajaja. Punto fijo. Frío. Más paranoia. Pensabas que en cualquier segundo llegaban los pacos. Llegaste. Poca gente. ¿y qué pasó aquí?. Tus neuronas estaban en medio de un taco de carretera post fin de semana largo. Entraste con el Jote a la pieza. En un rincón el Arak y al otro lado de la cama la Feña. La despertaste, le dijiste que te hiciera espacio. El Jote se fue. Te acostaste entre el arak y la Feña. La feña alega que tiene frío. Tu sentías que estabas en algo así como un planetario y te imaginas muchas constelaciones con figuritas. Feña, es primera vez que me acuesto volada. Yo estoy ebria. Todavía?. Sí. Yo estoy perfecto. Debemos ir a prenderle un incienso a buda en las manzanas que tiene la Chío en su pieza, de repente, esta es la noche del nirvana. Jajá. Silencio. Eso fue todo. Extrañabas tanto todo eso verdad?.