domingo, diciembre 02, 2007

La foto salió movida.

Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos estan donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paraguero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para qué. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.

Julio Cortázar.-

domingo, noviembre 25, 2007

Estoy.


Estoy con dolor de cabeza, odiando a mi mamá, leyendo acerca de Aprendizaje y "conductismo social"... odiando aprendizaje, mordiéndome las uñas, con dolor de cuello desde hace una semana, con una zapatilla desabrochada, con los dedos medio y anular de la mano derecha llenos de tinta azul; estoy chascona, con olor a cigarro, escuchando Gotan Project, extrañando a Oscar, pensando en por qué se me cargó solo el pase escolar, tomando té verde sin azúcar, la última bolsita de té verde Supremo que quedaba, acordándome de la cara de la Nicole cuando vio "obedece a la morsa" mientras hacíamos el ensayo para neuropsicología.


Estoy queriéndo estar igual que el año pasado en esta época, más relajada, sin tantos ramos y enamorándome; estoy con cara de sueño, estoy con alergia, todavía. Estoy tachando en mi calendario las cosas que ya hice y mirando con odio las que tengo que hacer. Estoy con polerón desde las tres de la tarde, estoy con la guata llena y el corazón casi contento y estoy sufriendo las embestidas de los ovarios poliquísticos con toda la furia del pegazo.


Estoy queriendo estar por fin muy lejos con Oscar en la ida a quiénsabedónde por Latinoamérica. Estoy en los días donde las alegrías se reducen a un perro con nombre de humano que me mueve la cola y un scanner que funciona y digitaliza fotos polaroids directo al corazón.

lunes, octubre 22, 2007

martes, octubre 16, 2007

Pijama.

Existe un olor que no es tuyo ni es mio; un olor que es de los dos
y es ese olor el que aún conserva mi pijama.

jueves, octubre 04, 2007

El secreto de la vida.



El secreto de la vida es este, ya lo decía Mafalda...

lunes, octubre 01, 2007

Rabia-Pena

Yo no puedo tener rabia; es decir, yo no puedo tener sólo rabia, siempre me viene junta con la pena, Rabia-Pena.

No puedo estallar en putiadas y gritar cosas, ni patiar cosas, ni romper cosas, menos pegar cachetadas, combos, patadas voladoras, darme cabezazos contra la pared, sacarme mechones de pelo, etc. Yo me voy haciendo chiquita y aunque tenga rabia, se me empieza a hacer borrosa la vista de lágrimas y la garganta no me deja hablar. La Rabia-Pena me deja petrificada, inmóvil-enojada-apenada.

Lo sé disimular. Creo.

martes, septiembre 25, 2007

Por qué cantamos.

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

si nuestros bravos quedan sin abrazo
la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza

usted preguntará por qué cantamos

si estamos lejos como un horizonte
si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro

usted preguntará por qué cantamos

cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos por el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

cantamos porque el grito no es bastante
y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota


cantamos porque el sol nos reconoce
y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta

cantamos porque llueve sobre el surco
y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.

Mario Benedetti.


miércoles, septiembre 19, 2007

07.47


A veces me gusta tener pesadillas, de esas en las que te despiertas casi de un salto, con el pecho apretado, los ojos llorosos, sin saber dónde estás, de esas que cuando te despiertas sabes que es una pesadilla, pero te queda la sensación de que algo de eso pasará, que no puede ser todo tan bueno y que sea una pesadilla nada más.

La última pesadilla que tuve, la tuve la noche recién pasada, me perseguía un tío que murió hace un tiempo, me perseguía con una escopeta para matarme. Pero esa no fue la más fea, no sé cuál habrá sido la pesadilla más fea que he tenido, pero la que más recuerdo hasta ahora es la que soñé la noche antepasada (sí, estas dos últimas noches he tenido pesadillas), esta si fue extraña, no tanto por la pesadilla, sino por la sensación que vino después. Él me patiaba horriblemente: "Disculpa, pero me comí a una mina en un carrete al que fui ayer... me voy a quedar con ella, es modelo, mira, sale en esta revista...". Yo lloraba como he llorado pocas veces en la vida real y no sólo porque él terminaba conmigo, sino porque lo hacía de forma maricona, él arrancaba mucho antes de patiarme, incluso se cambiaba de casa sin avisarme y yo debía buscarlo por cielo, mar y tierra y más encima, cuando logré encontrarlo me patiaba. Yo creo que nunca había tenido los ojos secos de tanto llorar en un sueño, ni esa sensación de angustia en el pecho y la garganta, las manos tan apretadas, ni la cabeza me había bombeado tanto.

Lo verdaderamente horrible fue que cuando desperté sentí que no había sido un sueño, sino un recuerdo, uno como sacado de Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos, como si hubiese descubierto un secreto, algo que ya había pasado y sólo yo no podía recordarlo.

Desperté. 07.47 de la mañana. Me puse a llorar, un poco, no quería llorar. Me froté el pecho y decidí darme vuelta, seguía un poco dormida, lo suficiente como para no darme cuenta de que él dormía a mi lado. Por eso me gusta tener pesadillas, porque no hay peor sensación que despertar agitado y con miedo, pero también no hay mejor sensación que despertarse de una pesadilla (agitado y con miedo) y que te abracen, te sequen un poco las lágrimas y encontrarse con que está todo bien después del segundo beso de despedida de la noche.

martes, agosto 07, 2007

Que bonita vecindad!


Hoy llegué a mi casa en una micro llena, a mi lado izquierdo una abuela que miraba por la ventana y reía. A mi lado derecho una modelo de un metro ochenta. Estaba cansada y me tiré en la cama, prendí la tele y... ¡felicidad!, ahí estaban todos bailando, sin ningún meneo raro, una canción que tiritaba por la simple razón de salir de un tocadiscos.

"Mi nombre es El Chavo,toda mi ropa es un auténtico remiendo, a veces no me lavo y hago maldades, pero sin querer queriendo..."


Lo escuché y volví a tener seis años.

domingo, julio 29, 2007

martes, julio 17, 2007

Lo que Es y No.

Me levanto de mi asiento frente al computador. Como galletas de agua untadas en mermelada de damasco (creo). Me duele la garganta, me la "rasco" con mi lengua y hago ese gesto con mis ojos que hace que todos me pregunten "¿qué te pasa?". Tomo agua, la lengua no alivia a la garganta. Miro la hora... 20:22 pm, la miro en el reloj de la pared, no sé por qué no la miro en el computador. Otra galleta, esta vez con más mermelada, es casera. Miro las abejitas de papel que he estado haciendo y sonrío. Me doy cuenta de que el Reproductor de Windows Media ya ha tocado cinco veces más o menos el CD, bueno me gusta Joaquín Sabina es verdad, así es que da lo mismo, entonces dejo que empiece a tocar por sexta vez. Hace frío. Ya es invierno, invierno, invierno. Tres veces, para convencerme de que luego se viene la primavera, a mi me gusta la primavera. Pienso en las vacaciones de invierno en general, quiero irme a la playa con Oscar, con Oscar, con Oscar. Tres veces, para ponerme tres veces más feliz. Fumo. Me duele la garganta, pero no importa, yo siempre me enfermo, me mejoro, me enfermo, me mejoro y así. Como otra galleta, sin mermelada ahora, el Facu me mira con ojos de perro hambriento, le doy la mitad de la galleta. Estoy bajando películas desde ayer, ninguna ha bajado aún.

Tengo las manos frías. Tengo los piés fríos. Ayer llovió. Hoy salió el sol y después se fue.
Pienso en lo terrible que debió ser este mes y en lo lindo que se ha vuelto.
Me gusta que llueva y no.

miércoles, julio 11, 2007

Ayer (y siempre).




Llegaba puntual a las 3:00 de la tarde, sin ni un minuto más, sin ni un minuto menos. Tú ya me esperabas hace más de media hora en el andén hacia Vicente Valdés del metro Irarrázaval. Mientras bajaba corriendo las escaleras tu mirabas el mapa de Santiago que correspondía a la zona de la cuidad donde estábamos. Yo iba escuchando a Adriana Varela, tú una cumbia villera.


En el metro yo iba pensando en que me dolía el dedo que me había apretado en la ventana el día anterior; tú estabas en cualquier parte, supongo.
Esperábamos la micro, la E-05 que nunca pasó.Caminando hacia el museo me decías que no tenías idea de dónde estábamos parados, yo te dije que tampoco sabía.Yo ya no tenía ganas de ir al baño, de esas ganas que me dan cuando estoy nerviosa; creo que era por no saber dónde estábamos, aunque sabía que llegaríamos.


Cuando por fin llegamos se que los dos pensamos en cómo entrar sin que nos cobraran la entrada hasta que ya estábamos con nuestros cuatro piés en el museo... y habíamos pagado.

Frente a un acuario yo alegaba y volvía a alegar que el pez Morena no era moreno, tú no encontrabas al pez Morena.
Me decías que querías cambiar tu forma de ser, yo te miraba con ojos de "voy a estar contigo siempre", me decías que estabas preocupado, yo te volvía a mirar con ojos de "voy a estar contigo siempre".
Te quería sacar una foto junto a los peces del acuario que tenía más peces, tú no quisiste, tomaste la cámara y me sacaste la foto junto a los peces que yo quería sacarte antes.


También ví al pez más bonito del mundo, era azul y brillaban sus lunares tornasoles, empezamos a buscar cómo se llamaba por todo el segundo piso del Acuario, hasta que tú lo encontraste: Pez Ballesta, aunque yo todavía creo que era más bien un Pez Ballesta Azul. Yo te pedía que me lo regalaras, que lo sacaras de ese acuario con luces feas, yo sabía que no lo podías sacar, aún así te decía de nuevo "sácalo", tú me mirabas con ojos de corazón como diciéndome "loca...".
Tú alegabas que no podíamos subir al tercer piso, donde estaban los barcos a escala, yo alegaba contra la Armada de Chile.


En el patio mirábamos por los agujeros del estanque a las mantas y los peces planos que eran grises, yo te decía que me daban ganas de meterme y nadar ahí, tú me decías lo mismo; pero yo te decía que me daba miedo tocar a los peces porque son esponjosos y húmedos, tú te reíste.
Fuimos a ver de nuevo al pez que te gustaba, uno negro con amarillo bien grande y con bigotes largos. En ese acuario habían tres peces, el que te gustaba a tí que chocaba con el espejo y movía aún más los bigotes, otro rosado con escamas fucsias que abría la boca como queríendome atacar y otro gris, grande también igual que los otros dos, ese miraba no más.


Nos fuimos a fumar un cigarro al sol mirando a los niños que jugaban en las tiras de colores que habían en el jardín, ibamos a ir al otro acuario, el del Parque O'Higgins; pero al llegar al metro yo ya estaba muy cansada, tenía (mucha) sed y se me asomaba una jaqueca.


Ibamos sentados en el suelo del metro linea 4 y yo ponía mi cabeza en tu hombro, así llegamos a mi casa. Tirados en mi cama, la falta de azúcar hizo que recordara todas las tardes cuando era muy pequeña, mi mamá trabajaba y yo me quedaba donde mi madrina, la que me daba Criollitas, galletas de Champagne, lolys de chocolate, etc... y de un salto te dije que fueramos a comprar algo para comer, eran las seis de la tarde. Llegamos al Ekono planificando una escapada a la playa. Yo no decidía cual era mi antojo, tú me señalabas los chocolates más caros y yo te decía que no porque eran muy caros. Al final por la caja pasó: cinco ayuyas, 1 paquete de galletas Frac de chocolate y 1 Bon o Bom.


Entre café con galletas descubriste que ese día cumplíamos siete meses, yo me quedé sorprendida de no haberlo sabido antes, después te dije que entrábamos al mes de la felicidad, tú escuchabas todo mi discurso de la buena suerte (aunque ni yo me lo creía) y me mirabas con ojos de "no quiero perderte".
Cuando ya hacía mucho frío y tu veías un programa en la tele, un programa feo de esos que dan a esa hora, yo abajo del plumón abrazada a tí pensaba en lo mucho que te amo, tú dándote vuelta hacia mí seguro que pensabas en lo mucho que me amas.

miércoles, julio 04, 2007

Tanto creo en tí.

En el duelo de tu amor yo tengo un huerto de manzanas
acrobacia en verde fuego desde el día en que te ví,
rosas dobles, dobles horas a través de las historias.

Tanto creo en tí, tanto creo en tí
que dormido o muerto
sueño hasta despierto la luz de los dos,
nuestra casa y la luz.

En el duelo de tu amor cuelgo de un árbol la guitarra;
pero el viento la recobra como un ave para sí,
en el río los queltehues atraviesan las campanas,
en el campo hay una estrella que parece un querubín.

Tanto creo en tí, tanto creo en tí
que en mis pensamientos
veo en el futuro un jardín florecer,
flores aparecer.

En el duelo de tu amor Febrero piensa en la ventana
y viendo caer el agua sueña un barco para tí,
un ratón cruza en silencio deja huellas,
y una carta que aún espera por tí.

Tanto creo en ti, tanto que escribí
cartas como sueños,
como si me fuera a un extraño país
imaginado por tí.

Tanto creo en tí, tanto creo en tí.


Tanto creo en tí. Manuel García.
Me gusta esta canción :) .

lunes, abril 16, 2007

Un sueño.

Iba en un caballo café oscuro, bien grande y tiraba de las riendas para dar la vuelta en esa esquina, en esa población. Mi abuelo me bajaba del caballo porque yo sola con mis piernas cortas y mis nueve años no podía. Y yo era muy feliz, porque había andado a caballo, porque estaba con mis abuelos y porque era primavera.

Entonces me desperté en su cama, al frente del retraro de mi bisabuelo, en la cocina mi abuela hacía pino para las empanadas y mi abuelo estaba sentado frente a una radio en la que dejaba de sonar Gardel.

Yo aún tenía nueve años.

viernes, enero 26, 2007

De aquí a Plutón

Apenas pisa el primer peldaño de la escalera de la micro, yo ya estoy extrañándolo; entonces cuando ya ha pisado el segundo yo ya estoy convencida de que se va, de que me tengo que ir caminando sola por un Pedro de Valdivia fome, oscuro y solitario para llegar a mi casa, donde tengo que darle de comer al Facu, donde tengo que lavar su taza de café y mi taza de té, para quedar libre de nosotros, sentarme frente al computador sin hablar con nadie y rendirme a la espera en la que lo extraño sólo para volverlo a extrañar.

Pongo música.Me recuesto en la cama y miro el techo, y mientras sonrío y pienso en lo mucho que lo quiero, el Facu me da languetazos en la mano para que yo le de permiso de subirse y extrañar conmigo; pero yo giro a mi izquierda y no lo encuentro. Miro la muralla. Creo que hasta mi almohada tiene la forma de su cabeza, pero no está y sólo con la intención de seguir extrañándolo me acuesto ahí dnde se supone que debería estar él. No, no está aquí conmigo, pero quizás sí, un poco, al menos su olor. Y yo no dejo de oler(lo), como queriendo que no quede ni un poquito, como pretendiendo que lo respiro entero, que nadie me lo quite, y cuando lo logro, miro el techo nuevamente dispuesta a que los recuerdos me caigan encima. Porque necesito recordar cada abrazo, cada momento en que me toma la mano, cada cigarro, cada beso, cada canción y cada burbuja de cada vaso de cerveza para (volver a) saber que estoy enamorada de él y que no se me va a quitar, para darme cuenta de que en el creo más que en nadie, más que en todos, en que con él me iría a la montaña más alta para gritarle en la cara que lo quiero y que me de ese beso que ni siquiera sopecha que puede dar.

Entonces cuando ya he pasado por el teleférico, el Jardín Japonés, el metro Cumming, su casa, mi casa, Arcis, la Alameda con agua, challa y gas lacrimógeno, cuando ya he tarareado un millón de canciones y he cerrado mis ojos pensando en los poemas que me escribe cargados de nicotina y café, recién ahí me puedo dormir, porque yo a él quiero pensarlo siempre, cada segundo que pueda, porque a el lo quiero.