viernes, enero 26, 2007

De aquí a Plutón

Apenas pisa el primer peldaño de la escalera de la micro, yo ya estoy extrañándolo; entonces cuando ya ha pisado el segundo yo ya estoy convencida de que se va, de que me tengo que ir caminando sola por un Pedro de Valdivia fome, oscuro y solitario para llegar a mi casa, donde tengo que darle de comer al Facu, donde tengo que lavar su taza de café y mi taza de té, para quedar libre de nosotros, sentarme frente al computador sin hablar con nadie y rendirme a la espera en la que lo extraño sólo para volverlo a extrañar.

Pongo música.Me recuesto en la cama y miro el techo, y mientras sonrío y pienso en lo mucho que lo quiero, el Facu me da languetazos en la mano para que yo le de permiso de subirse y extrañar conmigo; pero yo giro a mi izquierda y no lo encuentro. Miro la muralla. Creo que hasta mi almohada tiene la forma de su cabeza, pero no está y sólo con la intención de seguir extrañándolo me acuesto ahí dnde se supone que debería estar él. No, no está aquí conmigo, pero quizás sí, un poco, al menos su olor. Y yo no dejo de oler(lo), como queriendo que no quede ni un poquito, como pretendiendo que lo respiro entero, que nadie me lo quite, y cuando lo logro, miro el techo nuevamente dispuesta a que los recuerdos me caigan encima. Porque necesito recordar cada abrazo, cada momento en que me toma la mano, cada cigarro, cada beso, cada canción y cada burbuja de cada vaso de cerveza para (volver a) saber que estoy enamorada de él y que no se me va a quitar, para darme cuenta de que en el creo más que en nadie, más que en todos, en que con él me iría a la montaña más alta para gritarle en la cara que lo quiero y que me de ese beso que ni siquiera sopecha que puede dar.

Entonces cuando ya he pasado por el teleférico, el Jardín Japonés, el metro Cumming, su casa, mi casa, Arcis, la Alameda con agua, challa y gas lacrimógeno, cuando ya he tarareado un millón de canciones y he cerrado mis ojos pensando en los poemas que me escribe cargados de nicotina y café, recién ahí me puedo dormir, porque yo a él quiero pensarlo siempre, cada segundo que pueda, porque a el lo quiero.